La aldea El Yalú es una pequeña comunidad rural situada en las montañas de Guatemala. Es aquí donde conocemos a Astrid, la coordinadora de un centro de refuerzo escolar. Establecido en 2020, el objetivo principal de este centro es mejorar la preparación educativa y laboral para niños y jóvenes marginados, brindándoles oportunidades para el avance social y económico. Como un centro educativo relativamente nuevo, lanzado durante el auge de la pandemia, Astrid comparte con nosotros algunos de los principales desafíos que han enfrentado y cómo el Programa de Crecimiento Docente los ha apoyado.
Basadas en tradiciones agrícolas, las familias de El Yalú a menudo han priorizado inculcar a sus hijos los valores del trabajo arduo y la dedicación, junto con el desarrollo de conocimiento y habilidades orientados hacia la siembra y la cosecha. Como resultado, muchos niños abandonan la escuela después del sexto grado para trabajar en los campos y apoyar a sus familias.
En un mundo de constante cambio donde la globalización y la tecnología imponen nuevas demandas de individuos y comunidades para tener éxito, Astrid y sus compañeros docentes expresaron su preocupación sobre cómo preparar mejor a los niños y a las familias a las que sirven.
En palabras de Astrid, el Manual llegó “justo en el momento adecuado”. Poco después de que el centro abriera sus puertas, el personal fue invitado a participar en la primera cohorte del programa utilizando los Manuales de Crecimiento Docente. Para Astrid en particular, el impacto ha sido transformador. Ella compartió que el Manual sirve como una “contribución para toda la vida”. Continuó destacando que los materiales “han tocado su corazón”, subrayando que las preguntas son “personales e íntimas”, lo que requiere que tomen el tiempo para analizarlas cuidadosamente y luego llevarlas al aula”.
Astrid expresó cómo ella y sus compañeros en las mesas redondas se desafiaban mutuamente a ser honestos sobre su situación actual y cómo podrían mejorar. En algunos casos, las oportunidades de autoevaluación en cada lección les permitieron “darse cuenta de cosas de las que no eran conscientes”. En una ocasión, Astrid se calificó a sí misma con un 2 de 5, y sus compañeros la cuestionaron, recordándole todas las maneras en que cumplía con ese indicador de calidad docente, empujándola a aumentar su puntuación y a sentirse más segura en su rol como líder en su comunidad.
Astrid también encontró que el contenido del Manual era suficientemente general pero intencional, lo que les permitió adaptar fácilmente las ideas a su contexto único. Por ejemplo, los módulos que cubren la paciencia y la participación comunitaria le parecieron especialmente destacables. Los maestros le enviaban fotos cuando replicaban estas actividades en su aula y compartía cómo estos momentos les recordaban que necesitaban ser más empáticos y comprensivos con las necesidades de cada estudiante individual. Inspirados por el contenido del Manual, el centro decidió iniciar un comité de padres, para asegurarse de que “se sientan importantes” y puedan solicitar regularmente la retroalimentación y el compromiso de las familias en las actividades educativas.
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Autora:
Lisa Berberian
Coordinadora Programa de Fortalecimiento Escolar
Guatemala
